Dando mi habitual paseo matutino (que no Matutano) por Facebook, descubro un grupo que me arranca una sonrisa: "Asesinar a alguien e ir actualizando su facebook para que nadie sospeche". Como ex-asesino retirado por problemas de rodilla desde los 18 meses de vida, no puedo más que decir que es un plan brillante, pero que exige esfuerzo y dedicación. Ya no es como antes.
Las nuevas tecnologías están poniendo en peligro una profesión tan noble como antigua como es la de asesino. Esta gente se gana el pan matando a la gente, una profesión tan digna como cualquier otra, pero ahora se encuentran con inventos como Facebook o Twitter que les obliga a modificar sus hábitos. Fui al sindicato de asesinos el otro día, a interesarme por su situación, y su líder, que no quiso que pusiera aquí su nombre por algún problema con la policía, me concedió esta entrevista:
Yo: Hola, buenos días.
Asesino: Buenos días tenga usted también.
Y: No, no, por favor, túteame, de ex-asesino a asesino. Por cierto, ¿debería preocuparme por el cuchillo con el que me apunta?
A: No hombre no, es un rito de bienvenida. En todo caso deberías preocuparte por saber cuál es el de despedida.
Y: Bueno, comencemos con el tema. ¿Cuál es la situación del gremio en estos momentos? ¿Es tan dura como parece?
A: La cosa está muy mal, muy mal. Echo de menos los tiempos de la Inquisición, en los que tenías trabajo asegurado, la gente por la calle te saludaba, eras respetado... Ahora no, con Zapatero las cosas están cambiando. Te miran mal, te denuncian, dicen que vayamos a la cárcel, ¡a la cárcel! Si sólo hacemos nuestro trabajo, tan digno como puede ser cualquier otro.
Y: ¿Y esto del Facebook, Twitter, Tuenti y otras redes está afectando?
A: Pues imagínate. Ahora tenemos un departamento de juaquers (nota del entrevistador: se refiere a hackers, piratas informáticos) sólo por si nuestras víctimas están en alguna red. Nosotros intentamos que no sea así, pero claro, eso va como va. Si tiene Facebook, por ejemplo, tenemos que conseguir su contraseña y seguir actualizándolo, que se vea que tiene vida. No es fácil.
Y: Mucho estrés, imagino.
A: Puedes contar. Desde el sindicato estamos pagando cada día decenas de terapias, porque los trabajadores están estresados. Esto antes no pasaba, repito. Ahora tenemos que asesinar y encima seguir presentes en las redes, para que nadie sospeche. Además, conlleva el problema de la personalidad de cada víctima.
Y: Claro, el típico problema de saber cómo escribe la gente.
A: Claro. Recuerdo una de las primeras veces que actualizamos un Facebook a una víctima, que pusimos en su estado "Disfrutando de la cálida brisa que proporciona este bonito atardecer" y, a los cinco minutos, se nos llenó de comentarios. Había uno que decía "MiRahhH NEN, meJoRR k esTeS MuerTOh poRQuEh paRa EsCriVVIr asi TIenEshhHhHHHhhhhhH K HaverTe mEtIDOh alGO MUYH GorDoO", otro que decía "Te kitoH del Feisbush, FLiPao, eScriTor de MieRDAJH". Nos dimos cuenta que algo no encajaba, que habíamos hecho algo mal.
Y: ¿Y cómo lo solucionasteis?
A: Pues contestamos "Sí, me han matado. Os quiero. ¡Besos!". Ya no había vuelta atrás. Ahora tenemos un departamento de información, que compartimos con Sálvame, que nos ayuda a buscar en el pasado de la gente para no repetir errores.
Y: Y no será gratis...
A: No, nos sale muy caro. Asesinar nunca ha sido un gran negocio, los que estamos aquí lo hacemos porque nos gusta, nacimos con esta vocación. Pero ahora no es rentable ya, de ninguna manera. Tenemos que hipotecar nuestras casas para poder seguir trabajando. La situación es crítica.
Y: Ya lo veo, ¿algún último comentario?
A: Sólo pedir algo de conciencia social a la gente. Nosotros somos necesarios en este mundo, ejercemos un trabajo antiguo, que era muy respetado. No queremos hacer daño a nadie, sólo queremos trabajar y poder vivir con nuestra familia.
Y: Gracias, perdóname si me emociono, ha sido una entrevista muy dura.
A: Y lo que te queda ahora, que tienes que salir de aquí. ¡Chicos, venid aquí, hay faena!
(Cómo salí de allí no interesa a nadie, por eso no lo pongo).