No soy amigo de las prohibiciones, de ninguna. Creo que cada uno es libre de hacer lo que quiera mientras eso no interfiera en la libertad de los demás. Pero, siendo sincero, soy menos amigo aún de aquellos que aplauden, vitorean y loan una tortura, sea del tipo que sea. Hoy en día tenemos espectáculos suficientes como para que nuestro entretenimiento tenga que depender de cómo un hombre tortura hasta la muerte a un animal.
El Parlament de Catalunya ha prohibido hoy las corridas de toros. A partir de 2012, no se podrá presenciar más este siniestro acto cultural en estas tierras. Y me alegro. A mí me daría vergüenza que cualquier persona en el mundo pudiera relacionar ser español con esta manifestación de violencia atroz, sin ninguna justificación más que la tradición. Ninguna tradición puede justificar hacer de un asesinato un espectáculo.
Y no, no somos hipócritas porque comamos carne. Como omnívoros que somos, necesitamos proteínas animales en nuestra alimentación. Además, dejando de lado el tema puramente científico, los animales son matados limpiamente, no se les tortura hasta la muerte ni se hace de su matanza un espectáculo para grandes y pequeños.
Hoy creo, sinceramente, que hemos dado un paso adelante. Y a los que les joda, ya saben