domingo, 13 de mayo de 2012

Aniversario


Durante todo el día de hoy - ya ayer, para ser precisos - se han sucedido las manifestaciones en algunos puntos de España en recuerdo del 15M. Hace poco menos de un año, un 15 de mayo, comenzaba lo que iba a ser el movimiento social español más importante seguramente desde la democracia. Un movimiento que amenazaba con cambiar el orden político español a sólo unos meses de las elecciones generales. Un movimiento que congregó a diversas generaciones e ideologías que compartían un mismo sentir: algo no funcionaba en el sistema político español.

Durante unos días, semanas en algunos casos como el de Barcelona, vimos como los ciudadanos se reunían en plazas señaladas para debatir, para intentar generar soluciones a los problemas que aquejaban un país sumido en una profunda depresión. Se organizaron, se crearon asambleas, se llegaron a votar miles de propuestas. Era una lluvia de ideas: personas de todas las clases aportaban su opinión de cómo se podrían mejorar las cosas. Quién sabe si realmente esas ideas que surgieron hubieran cambiado las cosas. Confieso que soy algo escéptico respecto a ello, pero cuando nada parece funcionar no creo que haga ningún daño dar el altavoz a la ciudadanía.

Esa corriente, esa fuerza producida en el 15M y posteriores, no se materializó políticamente en un nuevo partido. Era un hecho casi imposible: podías compartir eslogan con alguien que pensara totalmente diferente a ti. El concepto de cambio es tan amplio que hace estraños compañeros de cama, como se suele decir. Algunos apostaban por la abstención, otros por partidos minoritarios, algunos por crear partidos nuevos... La dispersión era absoluta. Eso sí, había una idea bastante generalizada: España debía salir del bipartidismo en el que llevaba instalada desde el hundimiento de UCD treinta años atrás.

Meses después, en las elecciones que Zapatero adelantó al simbólico 20 de noviembre, el PP ganó por mayoría absoluta. Si bien hubo más reparto de diputados que en otros comicios, lo cierto es que, incluso tras una debacle histórica del PSOE, no se produjo el ascenso de un gran tercer partido o un reparto más equitativo de la cámara. El pueblo se entregaba completamente a uno de los dos grandes, confiando que nos sacaran del pozo aquellos que empezaron a cavarlo.

Ese día, que fue la primera gran derrota del 15M, muchos apreciamos brotes de cambio. No podíamos pedir resultados inmediatos a un movimiento social tan disperso y aglutinador a la vez. Tampoco podíamos exigir la aparición de un partido que, en tan breve lapso de tiempo, amenazara el trono de los dos grandes partidos. Tampoco sería justo pedir el voto para algún partido en concreto: ¿qué partido y con qué criterio? ¿No sería contrario a todo el movimiento 15M, que pone una cara a cada voz, silenciar a los que piensan diferente aunque fueran minoría? Aún así...

Fue una decepción. La mayoría absoluta hace un flaco favor a cualquier democracia. Da derecho a no dialogar. Es horrible el poder que eso conlleva, aún a sabiendas que todo gobierno exhibe siempre su talante dialogante. Y fue de todo menos una sorpresa: hacía semanas que se anunciaba en todas las encuestas mayoría absoluta popular. Aún con todo, fue una mayoría holgada y uniforme. Y celebrada.

De aquellos polvos, estos lodos. Hoy, tras reformas atroces - el tiempo dirá si efectivas o no - que nos llevan atrás en el tiempo, huelgas generales y no tan generales, paro aún descontrolado, primas de riesgo que siguen tumbando países, sin signos de mejora y, lo que es peor (y casi inimaginable entonces), estando peor aún que hace un año, la gente vuelve a echarse en masa a la calle a 3 días del aniversario del inicio de todo. Marchas multitudinarias, sobretodo en los dos grandes ejes vertebradores en el 2011: Barcelona y Madrid. Se habla de cientos de miles de personas.

A la vista de ello, parecería que el movimiento no ha perdido fuerza. Eso, que podría ser visto con optimismo, constituye la peor losa posible: seguimos igual que hace un año. La gran evolución del 15M ha sido pasar del día 15 al 12. Después de eso, nada ha cambiado. Las mismas consignas, la misma dispersión, las mismas asambleas con las mismas quejas. ¿Qué pasará el día que la prima de riesgo baje? ¿O que el paro se sitúe en niveles aceptables? ¿O que los bancos dejen de ser portada? ¿Qué será de los indignados si los recortes se acaban?

Temo que la queja se quede en el hecho y no en la causa. Creo que si en las próximas elecciones generales del 2015 - ¡qué lejos queda! - estamos mejor que ahora - cosa que parece obvia, aunque en España pierda el sentido decir "es imposible que vayamos a peor" -, volverá a ganar el PP y el PSOE volverá a ser segundo y en mayo las plazas cambiarán indignados por turistas. Por desgracia, pienso que el 15M es un hecho coyuntural y no transgresor. Y es una pena, porque tenía (y sigue teniendo) la fuerza para cambiar las cosas, para sanear la democracia de un país viciado en el que se ha llegado a un punto en el que no importa que te imputen y haya pruebas de corrupción contra el presidente de un gobierno autonómico para que el partido de este se alce con la mayoría absoluta de nuevo. Un país en el que el malo conocido se ha comido al bueno por conocer. Un país en el que se recorta en ideas y derechos en pos de una figura abstracta - los mercados - formada por especuladores que deciden, al más puro estilo de Júlio César, qué país puede seguir agonizando y cuál debe ser rescatado.

El 15-M, con el poder para cambiar eso, va camino de convertirse en anécdota, en una bonita efeméride, en un canto de cisne en busca de una democracia mejor, con base y vértice en el ciudadano. Para evitarlo, debe traspasar la coyuntura e ir a la raíz o corre el riesgo de desaparecer cuando la situación mejore (que lo hará). ¿Es el 15M algo más que un grupo de gente indignada porque las circunstancias, antes favorables, ahora no lo son? ¿O es un movimiento que busca la renovación política y devolver la democracia al ciudadano?

sábado, 3 de marzo de 2012

Futuro

Raro es el día en el que despertamos y no vemos noticia alguna sobre recortes. Basta con buscar recortes en Google para ver que, en los resultados, salen enlaces a noticias acompañados de un aclaratorio apellido: hace x (10, 12, 16...) horas. Es decir, cada pocas horas hay noticias nuevas sobre futuros ajustes en España, a saber: una planta de quirófanos cerrada en Barcelona, 2000 millones recortados en Educación en dos años, la alcaldesa de Madrid pronosticando más recortes... Todo esto ha pasado en las últimas 24 horas, puedes hacer la prueba tú mismo. 

Otra de las noticias destacadas es la siguiente: sociedades científicas y, en general, gente que vive del sector de la investigación aseguran que los recortes son una "bomba letal" para la investigación.  Los recortes en I+D sólo en este año son del 8,5% respecto al año anterior. De esto ya mucho se ha dicho y creo que la gran mayoría coincide en que recortar en desarrollo es dispararse en el pie. No diré más del asunto, seguro que encontrarás miles de opiniones al respecto que lo expresen mucho mejor que yo.

Yo quiero contarte mi experiencia personal. Sé que existe el peligro en este punto que dejes de leer y hagas cualquier otra cosa de provecho, pero sólo te robaré unos minutos. Recuerdo que entré en 2008 a la universidad, eligiendo la carrera de Biotecnología que ofrecía la UAB. La investigación siempre me ha llamado y además esta disciplina parecía llena de futuro. Realmente, así es: es uno de los sectores con más crecimiento mundial y crece en España a un ritmo del 15% anual, tres veces más que Alemania y cinco veces más que EEUU, aunque el volumen de facturación sea muchísimo menor. 

Si en el siglo pasado intentamos descubrir cómo funcionaba la vida (con descubrimientos históricos como el de la estructura del ADN), este es el siglo en el que intentamos mejorarla desde su misma raíz. Pasamos de ser espectadores a arquitectos, de creyentes a ingenieros, adoptamos un papel activo respecto a la creación. Coincidirás conmigo al decir que nuestro conocimiento de la vida y de las soluciones que la evolución ha seleccionado nos han permitido mejorar nuestro nivel de vida. 

Hoy, casi cuatro años después de mi primera clase universitaria, me encuentro acabando el último curso de la carrera. Dejando a un lado mis expectativas iniciales y las realidades constatadas, si hay algo de lo que no me puedo quejar es del nivel educativo del que he gozado estos años. He tenido el placer de escuchar a grandes profesores y de aprender con ellos. Un placer, dicho sea de paso, que sólo ha sido posible gracias al Estado. 

Y es aquí donde quiero llegar. La matrícula de mi carrera cuesta unos 9000€ anuales, de los cuales yo sólo tengo que pagar alrededor de 1200. En realidad, ni eso: nunca he pagado la matrícula. Ni los 36.000€ que en realidad vale ni los cerca de 5000 que tendría que haber pagado. Todo gracias a las becas, las cuales llevo aprovechando desde hace unos 8 años y cuya cuantía no ha parado de subir. Allí donde mis padres no llegaban, lo hacía la famosa beca del ministerio. Y como yo, tantos otros que han gozado, gozan y gozarán de una educación de alto nivel que, sin las becas, nunca se hubieran podido permitir.

En resumen, España invierte anualmente millones y millones en la formación de talento. Se forma una deuda moral: qué menos que intentar devolver todo lo que se ha invertido en mí, es decir, aprovechar lo aprendido para generar beneficios y crecimiento. Cuál es la sorpresa - y la decepción - que me llevé al saber que el futuro propio y el de muchos compañeros seguramente no pase por seguir aquí, sino en emigrar. Falta una estructura potente capaz de absorber el elevado número de especialistas que se producen. España se ha convertido en una fábrica de cerebros de la cual otros países se aprovechan y sigue una tendencia que no hace presagiar un cambio a corto ni medio plazo. 

Sólo aquellos estudiantes más brillantes optan a becas para quedarse a investigar. Es decir, intentas que aquellos que pueden acceder a más acepten un futuro etéreo construído sobre castillos de arena. ¿Cómo convences a alguien que tiene una media de 9 en una carrera para que se quede a investigar? ¿Qué futuro puede esperar una persona así de brillante que ve como día sí y día también se recorta en su campo? ¿Trabajará 10 horas al día cobrando poco más de 1000 euros durante 4 años para intentar sacarse un doctorado sabiendo que otros países ofrecen un abanico de recursos mucho más amplio? ¿Y qué hacemos con aquellos estudiantes que no lleguen a ese nivel? Y, lo más importante, ¿cómo medimos el nivel? ¿Es una nota capaz de definir lo que podemos hacer y cuán bien lo haremos? ¿Es esta sociedad moderna, que ha abandonado el determinismo, capaz de creer que una nota define a una persona?

Así, nos encontramos con un panorama desolador: aquellos estudiantes que no llegan al nivel - entendámoslo por nota, pues así es hoy en día - deben emigrar para encontrar oportunidades (que sí tendrán en otro país) mientras que aquellos con una gran nota preferirán decantarse por aquellos proyectos donde tengan al abasto más recursos (proyectos que, dicho sea de paso, escasean en un país en el que el nuevo gobierno tiene el dudoso honor de que su primer recorte aplicado fuese en I+D). Y, mientras tanto, la previsión de crecimiento de España es del -1% del PIB para 2012.

¿Qué estaremos haciendo mal?

lunes, 5 de diciembre de 2011

Juventud

No estoy inspirado. No, lo tengo que admitir. Hay días en los que sale todo y crees que podrías escribir alguna obra de arte. Otros, lo único que podría hacer es encerrarme en el lavabo y esperar, cual Stephenie Meyer, que llegara mi inspiración. Siempre descarto esta opción al ver que la autora a la que cito lo único brillante que pudo escribir en 2000 páginas fue un vampiro a la luz del sol.

Es curioso, siguiendo el hilo de esto. En mis tiempos - hablando ya como si tuviera 22 años cuando sólo tengo 21, lo sé, pero siempre he sido muy maduro - los vampiros al sol morían. Además, eran los malos. Si algún día ibas por la calle y te encontrabas a un negr vampiro, cruzabas la acera y mirabas hacia otro lado. Y si se fijaba en ti, había que improvisar. Yo me salvé una vez diciendo que tenía colesterol del malo (sí, hay uno bueno). Hoy ni eso podría salvarme, por culpa del puto Danacol. 

Lo que decía, los vampiros eran malos. Ahora no. Son héroes, ídolos adolescentes. Si tienes una hermana pequeña, seguramente tenga algún póster o haya visto todas las películas de esta saga. Con suerte, se habrá fijado en el hombre lobo, el cual desarrolló músculos de vigoréxico tras correr muchas veces detrás de un hueso. A eso se reduce todo: o un vampiro con adicción a la purpurina o un lobo con abdominales. Esta juventud está podrida.

Eso me hace sentirme más orgulloso de mi generación. Nuestro ídolo no era un lobo, era un chinojaponés salvador que cuando se cabreaba el pelo se le levantaba y se le ponía rubio mientras sus ojos se volvían azules. Un hombre de verdad. Y si tenía que destrozar medio planeta para acabar con el invasor de turno, lo hacía. Y si tenía que dejarse crecer el pelo para tener más fuerza, lo hacía, aún arriesgándose a morir debido a piojos. 

Y ya no entramos en los Pokemones. El proceso de creación de nuevos Pokemones reside en tirar un pastel a una pared y copiar la forma que deje, mientras que para nombrarlo se lanzan al aire las letras del Scrabble, al más puro estilo Shakira. En mi época había Pokemones de verdad, como Pikachu, la rata eléctrica con mofletes de Heidi. Y las batallas eran más reales, ya que como todos sabemos tirándole hojas a un bicho de agua lo debilitas. ¿Qué mierda es esto de tipo acero? ¿Forjan los Pokemones en un horno? ¿Llevan escrito en el culo "inox"?

El mundo se va a la mierda. 


viernes, 8 de julio de 2011

Sueños

Abrió los ojos y se levantó de la cama con energía. Sus pasos le dirigieron hacia la ducha, el inicio de su día. Luego del ritual del agua - caliente, siempre caliente -, desayunó algo rápidamente y salió de casa con una sonrisa en los labios. El corazón le latía con intensidad, con esa intensidad que sólo una persona podría proporcionarle.

Iba a verla. 

Cogió por pocos segundos el metro - a la carrera, como de costumbre - y, mientras recuperaba el aliento, echó un ojo al reloj. Llegaba bien. Sonrió y miró el móvil. Revisó mensajes y fotografías y su sonrisa se amplió. Con el paso de las paradas, una frase golpeaba de manera insistente en su cabeza. Ya queda menos. Estaba llegando.

Se apeó del metro y caminó a elevado ritmo hacia las escaleras, que subió de dos en dos. Al salir a la superficie, se acercó al lugar de encuentro, buscándola. Al parecer era el primero en llegar y no había hecho tarde. Disminuyó el paso y recuperó la respiración mientras buscaba un sitio en el que esperar. Estaba nervioso, como siempre le había ocurrido en esa situación. 

A los pocos minutos - que se hicieron eternos - la vio llegar. Ella también lo vio. Se dirigió hacia donde ella estaba, sin poder disimular esa sonrisa inevitable cuando la veía. Llegaron uno al frente del otro. Ella también sonreía. Lo saludó con su musical 'hola' y él no supo como saludar. Nunca lo supo, en realidad. Pretendía aprender con el tiempo. "Tendré tiempo suficiente para aprender", se dijo.

La besó durante unos segundos y quedó abrazado a ella. Los dos se miraban uno a otro, sonriendo. Él no sabía qué decir, aunque tuviera tantas cosas que decir. Entreabrió los labios y los cerró, para abrirlos nuevamente:

- Tengo la sensación de que estoy en un sueño. Que eres un sueño. Que en cualquier momento me voy a levantar y...

La música inundó la escena. Siempre contaban con una buena banda sonora, aunque en este caso era demasiado intensa. Miró alrededor, sin saber identificar el origen del sonido. Parecía que viniera casi del cielo. Llegó a molestarle, aunque le era familiar. Cerró los ojos por un momento para ver si se iba.

Abrió los ojos en la cama. La alarma del móvil llevaba minutos sonando. 

jueves, 7 de julio de 2011

Sensaciones

Centenares de palabras enterradas camufladas entre hojas de una libreta de laboratorio. Miles de sentimientos encerrados en cada letra, sílaba, palabra, frase. Ocultos, apagados. Y, aún así, podría escribir sin parar hasta dentro de un mes y no podría llegar a describir ni una de las sensaciones que me inundan. Busco la luna, pero hoy no saldrá. Quizá no vuelva a salir hasta dentro de un buen tiempo. Paro la música. Todas las notas llevan al mismo lugar.

Me refugio en una hoja perdida y deslizo la punta del bolígrafo.

Otra vez.

lunes, 23 de mayo de 2011

Germen

Los resultados de la jornada electoral de hoy no dejan de sorprender sin realmente llegar a hacerlo. Me explico: cuando vamos al mapa español, vemos lo que era esperado: el azul se confunde con el del mar, incluso en aquellas zonas donde ese azul viste con smokings cosidos con el dinero público. El otro partido, hundido y aguantando el año que le queda en el poder como sea, desprestigiado por las urnas, consecuencia de un gobierno sin rumbo ni fuerza. 

Hasta aquí, todo normal: los dos grandes siguen siendo enormes. La clave está en el detalle: ¿qué ha pasado realmente en estas elecciones? Hay diferentes puntos a analizar:
  • A pesar de la victoria aplastante del Partido Popular, sólo suma 500.000 votos más que en el 2007. Aún así, saca 10 puntos a los socialistas del PSOE. Es decir, no es que el PP haya aglutinado el voto de castigo al gobierno Zapatero, sino que su rival se ha despeñado. Sumando los votos obtenidos por PP-PSOE en 2007 y en 2011, hay una pérdida de casi un millón de votos (964.030 con un 99.7% escrutado). Algo está cambiando.

  • Las voces del silencio han resultado ser más estruendosas de lo que algunos deseaban. Bildu (sí, ya sabes: el partido pro-etarra, batasuno, comunista y de Satán) se convierte en la fuerza con más concejales en Euskadi y en la segunda opción más votada, cerca del siempre presente PNV. 300.000 voces (contando Navarra) que algunos interesados en mantener el status quo reinante querían retener en la oscuridad. Esos votos representan una realidad, aunque no sea fácil de digerir. 

  • Robar es gratis, o eso deben pensar los populares de la Comunitat Valenciana después de ver que amplían su mayoría. ¿A quién le importa que su líder esté implicado en una trama de corrupción? ¿Qué pasa si muchos de los que le acompañan también están salpicados por el mismo lodo? Nada. No pasa nada. Los valencianos le entregan, de nuevo, otro cheque en blanco a alguien que parece que no dudó en usarlo en el pasado. El único animal que tropieza dos veces...

  • En Catalunya, tierra anteriormente socialista, CiU gana Barcelona, bastión que durante la democracia ha mantenido el PSC. Hasta ahora. Todo gracias a la excelente gestión de Hereu, que en tiempos de crisis tiene ideas tan creativas como someter a una consulta de más de 3 millones de euros la remodelación de la Diagonal (consulta en la que arrasó, dicho sea de paso, no tocar la famosa avenida), ayudado por el buen nombre que tienen las siglas bajo las que se presenta, las mismas que no dudan en traicionar la C de su PSC cuando papá se enfada. También destaca el aumento de los xenófobos de PxC. Mucho hay que comentar sobre esto, pero cualquier publicidad para esta clase de gente es hacerles un favor. Nos toca agachar la cabeza, asumir la vergüenza y esperar que en cuatro años la cosa cambie. Por favor.
Me dejo muchas cosas en el tintero, pero, sin afán de hacerme largo, no sería justo acabar de analizar esta jornada sin hablar de aquello que marcó los días y horas previas: el movimiento del 15-M, también conocido como la Spanish Revolution. Si más de uno puede sentirse decepcionado por el poco peso real que ha tenido este levantamiento espontáneo de los ciudadanos, no estaría de más comentarle que se ha conseguido parar lo que hace unos meses parecía prácticamente inevitable: el auge del bipartidismo, la polaridad al extremo. El "no les votes" que gritaron decenas de miles de personas en estos últimos días ha surgido efecto y los dos grandes pierden cerca de un millón de votos. 

¿Milagros? ¿Ayuntamientos gobernados por partidos desconocidos? No seamos ilusos, y más cuando hablamos de algo que lleva una semana. Estamos delante de un bebé. Ruidoso, sí, pero nada más que un recién nacido que llora y patalea. Dejemos que crezca, que se haga fuerte, que su llanto se transforme en voz. Estamos asistiendo al principio de algo que puede cambiar - que está cambiando - décadas y décadas de inmovilismo. No nos demos por vencidos ahora, no callemos después de una decepción, no dejemos que un paso atrás nos impida dar dos hacia adelante. Ninguna democracia debe permitir un mapa monocolor, ningún pueblo debe bajar la voz cuando sus reclamaciones no son escuchadas. Si queremos un país más justo, un parlamento donde todas las ideas tengan voz y cabida, un lugar donde no sólo dos se crucen las palabras, debemos seguir intentándolo. Por la democracia. Por ti y por mí y también por ellos. Los que se fueron y los que vendrán. Los que lucharon y los que no merecen nacer siendo gobernados siempre por las mismas caras. 

Por todos. Ahora más que nunca no podemos callar. No cuando comenzamos a ser escuchados. 

lunes, 16 de mayo de 2011

Lienzo

La brisa del alba erizó su bello. Aire frío, sangre hirviendo.

Piezas de puzzle con los costados desgastados que se empeñan en encajar, olvidando su pasado. Olvidando que no encajaron.

Preguntas sin respuesta, miradas atrás que ofrecen interrogantes, otear el horizonte y disipar las dudas. Para qué dudar.

Para qué.

Jugar a las cartas para saber qué mano te depara el futuro. Levantar las cartas para ver que están en blanco. No está escrito, aún.

Lo escribiremos.