lunes, 23 de mayo de 2011

Germen

Los resultados de la jornada electoral de hoy no dejan de sorprender sin realmente llegar a hacerlo. Me explico: cuando vamos al mapa español, vemos lo que era esperado: el azul se confunde con el del mar, incluso en aquellas zonas donde ese azul viste con smokings cosidos con el dinero público. El otro partido, hundido y aguantando el año que le queda en el poder como sea, desprestigiado por las urnas, consecuencia de un gobierno sin rumbo ni fuerza. 

Hasta aquí, todo normal: los dos grandes siguen siendo enormes. La clave está en el detalle: ¿qué ha pasado realmente en estas elecciones? Hay diferentes puntos a analizar:
  • A pesar de la victoria aplastante del Partido Popular, sólo suma 500.000 votos más que en el 2007. Aún así, saca 10 puntos a los socialistas del PSOE. Es decir, no es que el PP haya aglutinado el voto de castigo al gobierno Zapatero, sino que su rival se ha despeñado. Sumando los votos obtenidos por PP-PSOE en 2007 y en 2011, hay una pérdida de casi un millón de votos (964.030 con un 99.7% escrutado). Algo está cambiando.

  • Las voces del silencio han resultado ser más estruendosas de lo que algunos deseaban. Bildu (sí, ya sabes: el partido pro-etarra, batasuno, comunista y de Satán) se convierte en la fuerza con más concejales en Euskadi y en la segunda opción más votada, cerca del siempre presente PNV. 300.000 voces (contando Navarra) que algunos interesados en mantener el status quo reinante querían retener en la oscuridad. Esos votos representan una realidad, aunque no sea fácil de digerir. 

  • Robar es gratis, o eso deben pensar los populares de la Comunitat Valenciana después de ver que amplían su mayoría. ¿A quién le importa que su líder esté implicado en una trama de corrupción? ¿Qué pasa si muchos de los que le acompañan también están salpicados por el mismo lodo? Nada. No pasa nada. Los valencianos le entregan, de nuevo, otro cheque en blanco a alguien que parece que no dudó en usarlo en el pasado. El único animal que tropieza dos veces...

  • En Catalunya, tierra anteriormente socialista, CiU gana Barcelona, bastión que durante la democracia ha mantenido el PSC. Hasta ahora. Todo gracias a la excelente gestión de Hereu, que en tiempos de crisis tiene ideas tan creativas como someter a una consulta de más de 3 millones de euros la remodelación de la Diagonal (consulta en la que arrasó, dicho sea de paso, no tocar la famosa avenida), ayudado por el buen nombre que tienen las siglas bajo las que se presenta, las mismas que no dudan en traicionar la C de su PSC cuando papá se enfada. También destaca el aumento de los xenófobos de PxC. Mucho hay que comentar sobre esto, pero cualquier publicidad para esta clase de gente es hacerles un favor. Nos toca agachar la cabeza, asumir la vergüenza y esperar que en cuatro años la cosa cambie. Por favor.
Me dejo muchas cosas en el tintero, pero, sin afán de hacerme largo, no sería justo acabar de analizar esta jornada sin hablar de aquello que marcó los días y horas previas: el movimiento del 15-M, también conocido como la Spanish Revolution. Si más de uno puede sentirse decepcionado por el poco peso real que ha tenido este levantamiento espontáneo de los ciudadanos, no estaría de más comentarle que se ha conseguido parar lo que hace unos meses parecía prácticamente inevitable: el auge del bipartidismo, la polaridad al extremo. El "no les votes" que gritaron decenas de miles de personas en estos últimos días ha surgido efecto y los dos grandes pierden cerca de un millón de votos. 

¿Milagros? ¿Ayuntamientos gobernados por partidos desconocidos? No seamos ilusos, y más cuando hablamos de algo que lleva una semana. Estamos delante de un bebé. Ruidoso, sí, pero nada más que un recién nacido que llora y patalea. Dejemos que crezca, que se haga fuerte, que su llanto se transforme en voz. Estamos asistiendo al principio de algo que puede cambiar - que está cambiando - décadas y décadas de inmovilismo. No nos demos por vencidos ahora, no callemos después de una decepción, no dejemos que un paso atrás nos impida dar dos hacia adelante. Ninguna democracia debe permitir un mapa monocolor, ningún pueblo debe bajar la voz cuando sus reclamaciones no son escuchadas. Si queremos un país más justo, un parlamento donde todas las ideas tengan voz y cabida, un lugar donde no sólo dos se crucen las palabras, debemos seguir intentándolo. Por la democracia. Por ti y por mí y también por ellos. Los que se fueron y los que vendrán. Los que lucharon y los que no merecen nacer siendo gobernados siempre por las mismas caras. 

Por todos. Ahora más que nunca no podemos callar. No cuando comenzamos a ser escuchados. 

2 comentarios:

  1. Realmente somos escuchados y se nos tendrá en cuenta o el mundo político sólo ha oído voces que claman un cambio sin que suponga nada más?

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