jueves, 27 de enero de 2011

Truco

El truco consiste en decir todo lo que piensas, sin pasarlo por un filtro.

Excepto cuando tienes que decir algo importante a alguien importante. Entonces el filtro, las palabras, los trucos y todo lo demás se va a la mierda. Nada sirve, nada sale, vomitas silencio y te despiertas con resaca de oportunidades perdidas.

martes, 25 de enero de 2011

Entrevistando (V)

Vamos allá con una nueva entrega de la famosa serie de Entrevistando, premiada en Corea del Norte con cinco premios a la objetividad y al valor periodístico. Pobres, qué duro es estar todo el día medio dormido (no he caído en el chiste fácil de decir que tienen los ojos cerrados, estoy por encima de eso). Sorprendentemente, estas entrevistas también han sido nominadas en un par de categorías de los premios Grammy. Alabado por tal noticia, me puse en contacto con la Academia de Operación Triunfo (guardan una estrecha relación) y me dijeron que sólo era para hacer bulto, que igualmente ganaría en todo Justin Bieber. 

Dejando de lado el autobombo y la enorme satisfacción que me supone la trascendencia mundial de estas humildes y espectaculares entrevistas, debemos ir al tema que hoy nos ocupa. Muchos se verán reflejados en esto. Sí, es un espejo. Es nuevo, ¿os gusta? Y, además, el tema de la entrevista será el de los exámenes, que seguro que tienen a más de uno en una situación desesperada en la que el suicidio parece la respuesta d). Sí, la de todas son correctas

Comencemos, sin más demora, la entrevista.

Yo: (con frialdad absoluta) Hola. 
Señor X: ¿No me va a presentar?
Y: ¿A quién? Si esto no lo lee nadie. Usted no existe. Eres yo. Es que estoy muy enfermo de la cabeza, me faltó oxígeno en el parto.
Señor X: Hombre, quizá a algún lector le interese saber quién soy.
Y: ¿Usted cree? A mí me parece un gran nombre 'Señor X'. Podría despejarse a usted mismo. Incluso podría encontrar a qué es igual. Poca gente puede hacer eso.
Señor X: Es por enfocar la entrevista. Así cuando mi madre lea esto sabrá que he salido en la tele. 
Y: Está bien... Con vosotros está un Examinador Anónimo, EA para los amigos, Electronic Arts para los que somos del Fifa. ¿Se queda más tranquilo?
EA: (Saludando a la cámara) Mira, mamá, soy anónimo. 
Y: Ya podemos comenzar supongo. Marque la correcta
EA: ¿Perdone?
Y: Que marque la correcta. 
EA: ¿Perdone?
Y: Que escoja la respuesta correcta. 
EA: Ah, con el sinónimo mucho mejor, ¿a qué?
Y: Eso me pregunto yo cuando veo los exámenes. 
EA: Estoy perdido.
Y: Entonces marque la d. 
EA: ¿Qué d?
Y: La de todas las anteriores son falsas. Ya hay que ser mala persona para poner en todas las preguntas esa opción. ¿NO VÉIS QUE DUDAMOS? ¡MONSTRUOS!
EA: Es todo por la Comisión Nacional del Examen, que nos obliga a poner...
Y: ¡CALLE! 
EA: Vale...
Y: No, que dónde vive.
EA: Ah, en casa. 
Y: Bonita calle. 
EA: Hay mucho negr(CENSURADO). 
Y: Achú-racista-s. 
EA: Jesús.
Y: Gracias. ¿Entonces ya ha decidido cuál va a marcar?
EA: Creo que voy a ir con la c. 
Y: (Levantando una ceja) La C, ¿eh?
EA: No, no, la c. 
Y: Pues eso, la c.
EA: Usted ha dicho la e. 
Y: Era una interjección.
EA: Me está liando.
Y: Nunca. ¿Cuándo ha visto a algún examinador intentando liar con preguntas? 
EA: Es cierto, nunca. 
Y: Ahá.
EA: Ahá
Y: Ahá-há.
EA: Ha perdido la chispa de sus entrevistas. Lo noto. 
Y: Es que duermo poco. Ahora ya no me tengo que maquillar para parecer que tengo ojeras.
EA: Antes eran más divertidas. ¿Qué piensa de ello?
Y: Me pongo demasiada presión. Quiero que cada frase sea buena, ¿sabe? Y eso es imposible. 
EA: La decadencia, claro.
Y: También es culpa suya. Vaya puta mierda de entrevistado. Con cariño y absoluto respeto, ¿eh? No da juego. 
EA: Pero si eres yo. 
Y: ¿Entonces quiere decir que no me doy juego?
EA: No es malinterpretable en absoluto esa frase.
Y: ¿Cómo?
EA: Nada, que tengo muchos exámenes por poner. Creo que se está haciendo demasiado larga...
Y: Eso es lo...
EA: No, ella no dijo eso. Ella es yo también. Y yo eres tú. No hay ella. 
Y: Pero...
EA: No, renuévese. Esta entrevista debe servirle como toque de atención. Es basura. Debe mejorar para la sexta. No se crea que por ganar cuatro premios en Corea del Norte la vida ya está resuelta.
Y: ...
EA: Y, si me disculpa, me voy, que tengo muchos exámenes que poner en una máquina que lo corrige automáticamente mientras me rasco los huevos. 



Entrevistas anteriores (las de la época pre-premios, cuando aún eran buenas) || Entrevistando

lunes, 24 de enero de 2011

Realidades

De repente se encontraba allí, sin saber cómo había llegado. El paisaje le resultaba familiar, aunque no acababa de discernir qué era exactamente lo que estaba viendo. El sol, con sus últimas fuerzas, le permitió ver que estaba en una especie de campo abierto, un terreno de hierba inacabable, que traspasaba el mismísimo horizonte. Una figura se dibujaba en el horizonte, algo difusa. Ella. No sabía qué estaba haciendo allí (de hecho, ¿qué hacía él ahí?), pero estaba seguro de que era ella. Caminó, acelerando el paso al ver que no conseguía reducir la distancia, hasta llegar casi a correr. Finalmente, llegó hasta allí. 

Sin duda, era ella. Pese a estar de espaldas, no podía ser otra. Y estaba sola. Estaban solos. Era el momento perfecto. Dio un paso pero no pudo levantar su otro pie, quedando inmovilizado por los nervios, durante un instante que pareció infinito hasta que, al fin, venció la durísima resistencia de la gravedad para acercarse a la felicidad que representaba esa bella figura. No podía tener otro resultado toda vez que ya estaba allí. Tenía que resultar. 

Llegó a estar a una distancia tan corta que la ligera brisa que desordenaba su pelo - ese pelo - llevaba alguno de estos hasta su cara. De repente, se giró. Aunque esperaba que se asustara, parecía que había estado esperando. Esperándolo. Entreabrió sus labios, pero él fue más rápido. "So--Sólo déjame hablar un momento, es importante" comenzó, sintiendo las manos frías, como si fueran de otra persona. Ella no dijo nada, pero cerró los labios y le pareció ver un leve gesto con la cabeza de asentimiento. 

"Sólo quiero decir... decirte... No sé cómo empezar. Llevo mucho tiempo esperando poder ser capaz de decirte esto, necesito hacerlo. No es fácil...". Ella mantenía la mirada fija en sus ojos, inalterable su expresión ante los nervios de él. "Eres tú. Quizá es la peor declaración de la historia, pero es que todo en lo que puedo pensar es eso. Tú. Eres la que consigue que las mañanas sean menos duras, que el sueño desaparezca con tu recuerdo, que el sol brille si llueve, que llueva si hace sol, que no pueda dormir por las noches y que la noche se haga eterna si consigo arrancarte una sonrisa. Eres tú la única que puede alegrarme el más horroroso de los días y también tú la que puede destrozar el más hermoso. Miro constantemente a mi alrededor y no consigo ver nada, sólo a ti, omnipresente en la conciencia y en el sueño. Y cuando te miro siento que todo lo demás se apaga, pasa a un segundo, tercer, enésimo plano, sin importancia, silenciado por tu presencia. Y soy feliz. Esos segundos en los que estás respirando el mismo aire que yo, soy tremendamente feliz. Cada instante en el que sonríes queda grabado, como un tatuaje, imborrable, en mi memoria. Y sólo puedo desear con todas mis fuerzas alargar esos momentos un segundo más, un instante más de felicidad antes de que las nubes, los miedos, desconfianzas, problemas... Antes de que todo tape el sol, mi mundo, la felicidad. Tú."

Se notó temblando y con el corazón acelerado, aunque pareciera que estuviera muy lejos de allí. Ella seguía impasible y todo el optimismo que le había llevado hasta unos escasos centímetros de ella se desvaneció en ese silencio que inundó el infinito. El mundo había callado, el viento había amainado esperando oír su voz, momento que parecía que nunca llegaría. Tuvo instintos de arrancar a correr tan rápido como pudiera cuando vio, por un instante, movimiento en sus labios. De pronto, todo ese silencio se tornó un sonido estridente, inagotable, repetitivo. Sin sentido. No podía escuchar lo que decía, si es que estaba hablando. Se giró, buscando la fuente del sonido, a lo que ella respondió siguiendo su mirada. No podía distinguir cuál era el origen de ese...

Abrió los ojos, cogió el móvil y apagó la alarma. Suspiró mientras, inmóvil, miraba sin ver hacia el techo de la habitación. Después de unos segundos, se levantó y se dirigió a la ducha. Otro día emergía.

Sólo que este tampoco iba a ser el día. 

II

La madrugada, el café o el flexo que brilla incansablemente, qué sé yo, me traen de vuelta a casa. Esbozo una media sonrisa al recordar, en estos momentos, esos juegos de la infancia en los que podías decir ¡casa! y ya nada pasaba. ¡Cómo ha llovido desde entonces! La simplificación - felicidad - máxima de los niños de que casa es sinónimo de tranquilidad, inalterabilidad. Seguridad. Tiempos que no volverán, casas que nunca fueron un remanso de paz.

Dejo atrás durante unos instantes al ejército de apuntes que me escolta a cada paso que doy. Incluso sin moverse, siempre dan con la forma de estar presentes en cada segundo. Los he despistado con la falsa sensación de haber acabado, aún sabiendo que si alguien me preguntara por la última frase escrita sólo podrían responder mis hombros. NS/NC como respuesta para todo. Como lema. Indecisión como traje a medida, como una segunda piel.

Echo de menos la rutina, levantarme a una hora determinada por obligación, ver, oir y sentir a la gente alrededor, olvidar que mi único compañero en esta habitación es el leve y constante sonido que hacen los incansables ventiladores del ordenador. ¡Quién tuviera su constancia! Me doy cuenta de que no puedo seguir mucho más así al encontrarme que, por un instante, he deseado ser ventilador de ordenador. Mal asunto.

Y aún quedan tres largas - eternas - semanas. Esto no puede acabar bien.

domingo, 23 de enero de 2011

Eco

Miraba unas hojas, sentado en ese banco. La vio salir. En su cara no se dibujó la sorpresa. Notó una cierta aceleración en sus latidos, pero nada comparable a lo que en otro tiempo fue. Ella tampoco lo esperaba. Se miraron, los dos sonrieron. Quizá - seguro - algo forzadamente. Se sentó a su lado. Él giró la cara, mirándola, con su media sonrisa. Esa sonrisa. Nada que ver, tampoco, con la que fue. Como si fuera uno de esos anuncios del antes y el después. Sólo que, por esta vez, el antes era mejor. 

Se fue como llegó. ¿De qué hablas con alguien con quién no necesitabas hablar para hacerlo? ¿Qué palabras escoger cuando las formalidades de los qué-tales y los cómo-va-la-vida se agotan? ¿Por qué ese pinchazo, esa sensación de mentir, esa punzada de la conciencia, detrás de cada "me alegro" cuando realmente sí quieres hacerlo? Sólo que no puedes. O no puedo. Dejé departir al silencio mientras me dejaba llevar por el eco de su voz. 

Cuando volví al mismo sitio que, físicamente, nunca dejé, ya no estaba. Un alivio pasajero dejó sitio a una sensación familiar de desazón y agotamiento, encontrándome con 20 años pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor, incluso aquellos momentos no recordados. Especialmente los no recordados. Esos recuerdos sin resaca, esa felicidad sin contrapunto, la sonrisa sin hipotecas, la total seguridad de vivir ese momento y que él no volverá a ti para hacerte daño, como un bumerán cualquiera, que no te perseguirá en una carrera perdida de antemano. Los recuerdos retumban en el infinito. Siempre te atrapan.

Y, por felices que sean, encuentran, una y otra vez, la manera de hacerte daño.

jueves, 20 de enero de 2011

Frustración

Otra vez aquí, llevado a esta orilla silenciosa por el café y las pocas ganas de estudiar. Necesito escribir algo diferente, nada que tenga que ver con exámenes, estudios, estrés. Y todo en lo que puedo pensar son exámenes, estudios y estrés. Bah, qué más da. Estoy seco de ideas y eso parece que no va a cambiar por mucho esfuerzo que le ponga.

Querer no siempre es poder.

lunes, 10 de enero de 2011

I

Noches de insomnio, madrugadas arrojando el blanco retroiluminado a mis ojos, buscando una pequeña chispa para hacer algo de fuego y subir ligeramente la temperatura. Como la mayoría de las veces que me siento aquí, no sé de qué voy a escribir. Sólo siento que tengo que decir algo, escribir hasta donde llegue, poner letras, palabras, frases, comas, puntos. Final. Raramente consigo llegar hasta el último paso, cosa que no me impide volver a intentarlo de nuevo.

En unas cinco horas debería estar despierto y dispuesto. Vuelven las clases, sólo por una semana, y dejan paso al infierno universitario. Exámenes, estrés, cafés. Poco tiempo para pensar en todo lo demás. En lo que no importa. O quizá sí. A estas alturas tengo poco claro qué es importante y qué no. Sólo sé que tengo un nudo dentro que me impide concentrarme, estudiar, escribir, pensar. La claridad llega en momentos puntuales cuando el sol se pone. Los sueños arrojan dudas. La luz, oscuridad.

Llega un momento en el que sigo la inercia. El tiempo pasa y me dejo arrastrar lastimosamente por él, a veces esperando chocarme con algo que me aleje momentáneamente de la marea llamada rutina, otras cerrando los ojos y la voluntad. He perdido las ganas de hacer algo antes de empezarlo. Ilusión, valor, fuerza. Me siento drenado de todo eso y no tengo nada para recuperarlo. Ni las ganas, infatigables compañeras, me acompañan en esta noche cerrada que no deja paso a la luna. Completamente oscuro, como el más claro de los días para una mente que no sabe cuál es su rumbo, qué dirección tomar, qué prioridades mantener o desechar o cómo siquiera colocarlas.

Noches como hoy me comen y vacían. Son las noches de la verdad. No sé qué hago y llevo un buen tiempo así. Intento centrarme y lo único que consigo son golpes de conciencia, breves. "Tienes que hacer" como muletilla favorita. Y es cierto, tengo que hacer miles de cosas cuando lo único que quiero es tumbarme, cerrar los ojos y esperar a mañana. Un mañana que llevo meses esperando. Un mañana que sólo se muestra en pequeños instantes, con realidades poco probables empapadas de deseos internos no exteriorizados, enterrados por miedos absurdos que no lo son tanto cuando los miras cada segundo a los ojos. Miedos que acaban asustando.

Y vivir asustado es una puta mierda.