viernes, 9 de abril de 2010

Mentiras

Comentaba el otro día que hay gente - no puedo llamarlos periodistas, lo siento, ya me cuesta escribir 'gente' - que se dedica a meter mierda e intoxicar como método de vida. Me refería a los que dirigían, producían, los que hacían guiones y los que participaban en 'documentales' como aquellos a los cuales hacía referencia hace unas fechas, en el que, entre otras cosas, se comparaba a los nazis con los catalanes. Tiene tela el asunto, mucha tela. Sin embargo, no volveré a entrar en ese tema porque creo que ya está todo dicho en la entrada citada y ya sabes lo que pienso.

Sin embargo, sí que tengo algo que decir de las patrañas que sueltan estos malintencionados con micrófono en mano. Se habla mucho de que en Catalunya el castellano está perseguido - dicho de esta manera, literalmente - y que no se puede estudiar. Ante tamaña afirmación y para intentar evitar confusiones de la gente que va un poco más allá de creerse cualquier cosa que ve en la televisión, te contaré mi experiencia. La experiencia de un niño cualquiera educado en Catalunya. Habrá muchos casos, yo ahora te hablaré del mío y si quieres tú después me relatas el tuyo.

Aunque sorprenda, no soy de Madrid, soy catalán y, ¡sorpresa!, escribo en castellano. Soy de Tarragona, que lleva algunos años - pocos, tampoco tantos - siendo parte del territorio catalán y desde pequeño he crecido en colegios públicos. En ninguno, y te digo ninguno, desde primaria hasta segundo de Bachillerato, he hablado regularmente en catalán con mis compañeros. El 95% de las ocasiones, he hablado en castellano. No porque me sintiera especialmente cómodo - aunque sea el caso - sino porque todos nos expresábamos en ese idioma. Y nunca nadie nos ha castigado por ello.

Incluso se ha llegado a dar el caso de que en mi clase había gente - y hablo de personas catalanas - que no contestaban en catalán ni en la propia clase de catalán. A parte de la falta de interés y respeto terrible que eso supone, refleja una realidad muy diferente a la que estos manipuladores, a la que estos asesinos de la verdad cuentan. Y te lo vuelvo a repetir: he pasado por diferentes etapas y he tenido diferentes compañeros, y puedo contar con los dedos de una sola mano los que hablaban catalán conmigo, a los que yo, también por respeto, contestaba en ese mismo idioma.

Y ahora que todos somos ya relativamente mayores y que nuestra etapa de educación obligatoria ya finalizó, les comunico a estos señores que tan interesados están en la protección del castellano en Catalunya, que me sigo comunicando en castellano con la grandísima parte de mis compañeros y que, sorprendentemente, todos hemos crecido en Catalunya y sabemos hablar catalán. Vayan ustedes a una aula cualquiera de un colegio público, pongan un micro y escuchen qué se habla. Vayan al recreo, pongan cámaras y vean en qué idioma se comunican los chavales. Compruébenlo, no engañen más. Y, cuando acaben, váyanse un rato lejos, muy lejos, y déjennos en paz. Cuanto más tiempo mejor. Por favor.


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