De las muchas cosas que suscitan opiniones enfrentadas, una de ellas, posiblemente mi favorita, es la lluvia. Habrá gente a la cual les deprime o preferirían no ver caer una gota si no es de la ducha. Yo, sin embargo, prefiero que llueva siempre que es posible. Me encanta mirar por la ventana y ver las gotas caer, me encanta salir y notar el agua que se cierne sobre mí, la sensación de unión con la naturaleza... Otra cosa que amo de los días lluviosos es ese olor característico. ¿Cuántas veces habréis escuchado decir "huele a lluvia"? Ese olor inconfundible y genial de la lluvia.
Recuerdo la semana que estuve en Londres, allá en primero de bachillerato (cómo pasa el tiempo), con ese tiempo tan cambiante que me enamoró. Tanto podía estar lloviendo y a los 5 minutos salir el sol, como que un día sin nubes se convirtiera, en cuestión de minutos, en un día tormentoso. Esa imprevisibilidad, esa capacidad inagotable del tiempo de Londres por sorprendente, hace que no quiera morirme sin vivir en la ciudad del Big Ben, que quiera vivir cada día en una ciudad tan maravillosa como sorprendente. ¿A quién no le gusta que le sorprendan?
Acabo enlazando una canción genial de Led Zeppelin relacionada con el tema. Se llama 'The Rain Song' y, aunque a mí me evoca un atardecer, es una canción preciosa que merece la pena escuchar.
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