A veces, sólo necesitas desconectar, cambiar de aires, mirar otras caras, escuchar otras voces, sentir otras reacciones, salir de un ambiente enrarecido para hacer limpieza, para poder volver a respirar allí. Aunque eso merme, poco a poco, tus ganas de volver al primer lugar, ese que tiene un asombroso imán con la sonrisa propia del que no puedes desengancharte hasta que, finalmente, escapas.
Para todos aquellos que me ayudan a escapar de su campo magnético, gracias.
Gracias.
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