Ir a la universidad siempre había sido un sueño para mí. El ambiente, las animadoras, poder entrar en el equipo de fútbol americano, las animadoras, hacer fiestas con animadoras... Y estudiar, cómo no. En todos mis planes salía estudiar. Como cuando me despertaba en mi habitación de la residencia con mi compañero Carter después de una noche de fiesta, tirado en el suelo, y él me decía que tenía un examen esa misma mañana, cosa que me obligaba a levantarme, coger las cosas y marchar corriendo. Ay, Carter, siempre recordaré el reflejo de su morena tez en mis zapatos.
Pero una vez que llegas aquí, todo es diferente. Lo primero y más importante: ¿dónde coño están las animadoras? ¿Están rodando películas todas? ¿En algún club secreto? Ya es mala suerte que en tres años aún no me haya cruzado con ninguna. Después, tampoco he encontrado todavía el campo de fútbol americano y no he podido utilizar mis calzoncillos especiales para la ocasión de Hello Kitty jugando de quarterback. Y, por último, ¿dónde se ha metido Carter? ¿Alguien lo ha visto? Es el típico amigo negro gracioso de todas las series. Dejadme un comentario si sabéis dónde está. Su perro anda loco buscándolo.
Tras casi tres cursos, uno piensa y se da cuenta de que nada es como nos habían contado. "Hijo mío, la universidad consiste en follar, hacer campana y tomar el sol en la hierba" me dijo una vez Dios, mi vecino de arriba (de raíces italianas, de ahí el nombre).
Hasta dónde yo sé, la universidad es estrés, cagarse mucho en la puta (a la cual pido perdón), tendencias suicidas pre, post y durante exámenes y llorar mucho en la esquinita de llorar que tenemos todos. Si haces campana un día corres el riesgo de perderte un tema entero y acabar haciendo la larva por el suelo de clase, arrastrándote para conseguir apuntes dignos. Eso ya lo hace incompatible con ir a tomar el sol a la hierba, derecho reservado para la gente sin futuro de letras, no para los de ciencias. Y follar es una leyenda urbana. Como mucho, mitosis y, si tenemos un día espléndido, podemos atrevernos con la meiosis.
Pero no todo es decepción en la universidad. Entre clase y clase, tienes 10 minutos de libertad. 10 minutos para acordarte que estás vivo, que tenías sueños y que solías dormir y ser feliz. 10 minutos para desear haber cogido otra carrera o ver que el suicidio no es tan malo como lo pintan. 10 minutos para comprender que cuando veas "cari tk" ya no pensarás nunca más "cari te quiero", sino "cari timidina quinasa". 10 minutos que acabarán siendo 2 o 3 porque algún profesor desalmado y cruel querrá hacer dos clases por el precio de una.
El futuro es esperanzador.

Enorme! És brillant, apostoflant! M'he quedat sense paraules davant d'una obra d'art tan concisa, precisa i real.
ResponderEliminarTimidina quinasa... La puta... Qué grande eres Carlos xDDDDD
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